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El Alfarero

Ahora una historia...

Existía un alfarero que conocía muy bien su trabajo y lo hacía con amor, pasión y excelencia. Siempre que tenía un nuevo proyecto él calculaba muy bien todo lo que necesitaba, la mezcla de barro siempre tenía la medida correcta. Él buscaba que su creación fuera exacta y perfecta, tanto así que un día estaba moldeando una vasija, sus manos subían y bajaban delicadamente intentando lograr una hermosa pieza de arte. Sin embargo, notó que el resultado no era el que tanto esperaba, así que decidió deshacer toda la vasija hasta quedarse solo con la mezcla intacta que tenía al principio. Cualquier persona diría ¿Cómo se le ocurre destruir su propia creación? o ¡Tiene demasiada paciencia y mucho amor por su trabajo como para empezar de nuevo! Pues lo cierto es que la vasija era Su creación, él decía cuando hacerla, cuando deshacerla y cuando volverla formar.

¿Alguna vez has sentido como tu vida (personalidad, planes, estudios, relaciones, u otros) se destruye?

En mi caso, muchas veces me ha tocado pasar por los momentos de destrucción; se han deshecho mis planes, mis relaciones interpersonales, mis sentimientos, incluso mi personalidad ha sido destruida también. Todo ocurría gracias a decisiones incorrectas, malas compañías, mal autoestima, problemas emocionales y más. Lo bueno de todo esto es que en medio de esos tiempos yo conocía quién era el alfarero de mi vida: Jesús. Él era quien me ayudaba a entender que cada cosa que yo sentía deshecha, eran procesos que me iban ayudando a ser moldeada según el propósito que Dios tenía para mi vida. Yo era Su vasija, él sabía cuándo debía convertirme en barro y cuándo podía volver a formarme. Jesús perfeccionaba su obra en mí.

Así que no te sientas perdido cuando algo en tu vida se destruye, sino que debes sentirte gozoso de que Dios te está moldeando y dando el mejor futuro, con lo que realmente necesitas. Acércate y déjate perfeccionar por el mejor Alfarero, porque Él ama su trabajo.

Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. Jeremías 18:3‭-‬4

 
 
 

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